Hace años ya sabía
lo que significaba idealizar a alguien, enamorarse de una imagen
falsa que nos formamos sobre una persona. Diría que la mayoría de
los seres humanos se enamoran así, de una fantasía, de lo que creen
que es la persona amada, porque la función de nuestra mente es
precisamente la de interpretar la realidad y muchas veces lo hace de
una forma bastante conveniente, en lo que se refiere a los
sentimientos y emociones. Hoy veo que la mente siempre idealiza, en todo lo que ve, crea imágenes falsas sobre todo y proyecta hacia el exterior todo lo que cree que es real.
Así,
cuando uno siente rechazo hacia alguien, siempre encontrará
justificaciones basadas en sus prejuicios hacia esa persona que no
acepta, y esto también ocurre por la interpretación mental que
hacemos respecto a los demás, aunque la mente no sólo funciona así
con las otras personas, sino que también lo hace con las cosas, y
con animales, insectos, lugares, etc.
Lo
que es cierto es que la mente cumple a la perfección con su misión,
hace lo que tiene que hacer, así como lo haría nuestro ordenador,
lo organiza todo de forma automática, los recuerdos, la información
subliminal que nos alcanza aunque no la percibamos conscientemente,
las programaciones que nos controlan a través de medios de
comunicación, de normas, adoctrinamientos, modas, y también
aquellas memorias ancestrales, familiares, que permanecen silenciosas
pero que actúan más activamente de lo que nos imaginamos.
Nuestra
mente cuenta además con un sistema operativo que, como bien dice la
palabra, opera basándose en lo aprendido, en lo subyacente que se
halla en el inconsciente y a las programaciones y memorias
anteriormente mencionadas. Todo ello está bien sujeto y entrelazado
en una especie de entramado de creencias muy poderosas a través de
las cuales se mueve cualquier pensamiento e idea.
Todas las mentes a su vez están
ligadas unas con otras a través de la consciencia colectiva y la
inconsciencia colectiva, es decir, a través de lo que pensamos
colectivamente de forma consciente y a través de lo que nuestra
mente inconsciente guarda y reserva, actuando con mucha más
influencia que el propio pensamiento consciente, es más, diría con
total seguridad que nuestra mente despierta o consciente está casi
totalmente controlada por lo que sucede en ese inconsciente, y que,
lamentablemente, no somos nosotros mismos, libres y en esencia, hasta
que no logramos deshacer los programas que actúan como piloto
automático en nuestras decisiones, en nuestra forma de vida, en
nuestra forma de actuar. Además, las creencias están «fabricadas»
a partir de esos programas, ya sean por aprendizaje, por herencia
ancestral, o por inducción social.
Pondré
un ejemplo. Si un grupo social cree que ser pelirrojo es demoníaco,
esto repercutirá en todas las personas del grupo, las que tengan el
pelo de ese color sufrirán por sentirse repudiados por el resto, y
las que no, sentirán miedo y rechazo por esa creencia implantada en
su mente consciente. Pero esa mente consciente está controlada por
las memorias del inconsciente, donde seguramente habrá algún suceso
marcado en la historia de algún grupo de ancestros, que fue el
inicio de esa creencia. Seguramente alguien con el pelo de ese color
impactó negativamente emocionalmente al realizar algún acto que
quedó grabado en la memoria celular. Tal vez fue un asesino
despiadado en la época de los tatarabuelos de las personas del
grupo. Así, aunque no se recuerde lo que ocurrió en esa época, el
miedo queda instaurado en el inconsciente y eso provoca reacciones
que van más allá de la mente consciente, la cual entiende que no le
gusta la gente pelirroja pero no puede dar una explicación razonable
y lógica a ese rechazo.
Imaginad
ahora todo lo que hay en nuestra memoria colectiva, guerras, muertes,
violaciones, aberraciones, incestos, asesinatos, unido a ideas muy
marcadas relativas al género y a la raza, o religión de la persona,
hombres marcados por la creencia de que deben ser fuertes y duros,
sin emociones que no sean la ira y el odio, hombres que creen que
amar les debilita, y que el deber y el honor está por encima de
todo, hombres que deben matar para conseguir el triunfo, mujeres que
creen que tienen que ser sumisas y que no pueden hacer lo mismo que
los hombres, porque son inferiores, porque están a su servicio, para
ser sus esposas, o sus prostitutas, sólo engendrar hijos es su
función o dar placer al hombre, y poco más era su cometido. Ellas
consideradas débiles y frágiles, ellos fuertes e insensibles, ellas
manipuladoras para hallarse a sí mismas y salvarse de una realidad
demasiado dura, ellos intrigadores y creadores de invasiones, de
injusticias... Religiones que han movido masas, manipulando las ideas
de las personas a través del miedo, muertes en honor a dichas
religiones, a su dios o dioses, esclavitud, maltrato a personas de
otras razas...
Todo
esto está en nuestro inconsciente colectivo, todo ese dolor, toda
esa amargura, pérdida de seres queridos, dolor inhumano. Una gran
mutilación de nuestra verdadera esencia, de nuestra parte más
HUMANA durante tantos siglos...
Todo
aquello que ha ido sucediendo, ha ido quedando almacenado en nuestras
memorias, y funciona y actúa como una serie de filtros que nos
impulsan a escoger el tipo de persona que nos cae bien o mal, nos
lleva a prejuzgar, a odiar, a rechazar o a amar a otros sin saber el
motivo. Aún nos resistimos a darnos cuenta de que somos iguales, y
que no hay nada más que una verdad, una que reconoceremos si nos
reconocemos a nosotros mismos primero, pues en nuestro interior está
la dicha que buscamos afuera, dentro no hay diferencias, sólo la
mente las crea.
Nuestra
parte consciente es muy pequeña, digamos que está al servicio del
inconsciente y sólo funciona en un 5% de nuestras decisiones y
actuaciones, mientras que nuestro inconsciente controla nuestras
acciones en un 95%, desde los recuerdos dormidos que están allí
inmersos, la mente consciente es sólo la punta del iceberg.
Si
deseamos ser libres, si deseamos ser el «alma» que somos, tenemos
que entender que debemos desinstalar todo lo que no es necesario que
esté ahí, en el inconsciente, y hay muchísimo por limpiar.
Si
entro en lo espiritual tendré que explicar entonces cómo
funcionaría el resurgir del ser, cómo el alma cobra fuerza,
mientras la mente empieza a estar a su servicio, y no al contrario.
Las
personas que despiertan a sí mismas, sienten que tienen que limpiar
la «basura» emocional y mental que se esconde en el inconsciente,
acto al que llaman «sanación», pues lo viven de una forma muy
intensa, ya que limpian muchos patrones, programas, memorias de dolor
muy arraigadas, y el proceso se hace muy duro, en algunos casos
excesivamente duro, todo depende de la carga ancestral que llevan y
de su personalidad.
También
se habla mucho del ego, el cual se mueve en la parte consciente, però
enlazado a las creencias, como un puente entre lo oculto en la parte
inconsciente y la relación con el exterior. El ego es un conjunto de
personajes, máscaras o caretas, que usamos para relacionarnos con el
entorno y con los demás. Pero el ego está contaminado por los
miedos y por eso muchas veces no ayuda demasiado en nuestras
relaciones.
Cuando
empiezas a descubrir todo esto, el ego empieza a comportarse de una
manera diferente. Lo primero que ocurre es que te das cuenta de que
no eres tu inconsciente, no eres tu consciente, no eres el ego,
¿entonces qué eres, quién eres?
Cuando
te preguntas esto es cuando puedes convertirte en el observador de ti
mismo, y comienzas a ver cómo reacciona tu ego, qué hay detrás de
cada reacción, cuánto miedo hay en ti, y también empiezas a sentir
que puedes cambiar esas reacciones, puedes transformar aquello que
sientes que pesa en ti, puedes borrar el dolor y quedarte sólo con
lo aprendido, puedes ser una mejor versión de ti mismo.
Entonces
te pones manos a la obra.
Aquí
está el salto al vacío, te enfrentas a ti, a lo que creías ser,
para empezar a ser lo que realmente eres.
Cada
uno, entonces, va descubriendo su verdad, lo que hay en su interior,
algunos lo llaman alma, otros ser, otros existencia, yo no sigo
ninguna corriente de pensamiento en concreto, sino que más bien sigo
la mía propia.
Pensar...
Cuando estamos sujetos a ese paradigma del que he hablado antes, el
pensamiento está sometido a ello, pero si se libera da paso a algo
más, a eso que eres tú, a tu verdad sublime.
El
pensamiento actúa de traductor de lo que vas sintiendo dentro de ti,
de la verdad que eres, la mente se pone a su servicio, como
herramienta para ser, para manifestar lo que eres, a través de tus
dones, de tus talentos, de lo que llamamos sueños, anhelos,
pasiones.
La
intuición es la pequeña voz de tu alma, de tu verdad, que intenta
guiarte hacia lo que más te conviene, aunque no lo puedas entender
desde tu mente, y cuando desarrollas esa intuición, es decir, cuando
empieza a pesar más tu verdad que lo que hay en tu inconsciente o lo
que demande el ego, tu mundo, todo tu mundo se transforma, incluso el
exterior que te rodea. De pronto empiezas a conocer a otras personas
que vibran como tú, es decir, que están en la misma sintonía, y
otras personas desaparecen de tu vida, tal vez incluso tu relación
de pareja deja de ser lo que esperabas o deseabas, comienzas a tener
la necesidad de dejarlo todo y hacer sólo lo que siempre quisiste
hacer, tu sueño, y tu alma te pide un salto al vacío, un salto que
tienes pánico de llevar a cabo porque te pide dejar atrás muchas
cosas a las que te has acostumbrado, tu zona de confort.
El
alma, esa verdad interna y poderosa, cada vez grita con más fuerza y
si finalmente te atreves a ser quien eres, toda tu vida da un vuelco,
de forma progresiva, o tal vez repentina, pero tú dejas de ser quien
creías ser y una versión de ti, la verdadera, emerge.
Ahora
ya eres tú, un tú que se une a la idea de que todos estamos unidos,
un tú que se une a la sensación de que el amor brota desde dentro
de ti, y ese amor lo sientes tan adentro que pareciera que tu corazón
se ensancha, pareciera que realmente brota de tu pecho, como una
fuente de luz, y te enamoras de la vida, des-aprendes lo que creías
que era amor, descubres lo que sí lo es, y dejas de des-amarte, para
comenzar a amarte como ser, como el dios que hay en ti, como el amor
que eres, más allá de lo que tus pensamientos obsoletos opinan
sobre ti, su opinión es una mentira, lo único que es válido es tu
verdad, la verdad suprema de tu existencia, que es pura y
coherente...
Sólo
falta que la mente deje de interferir, que se una al cambio, que
eleve su nivel de comprensión, que se ensanche, que deje de luchar
contra el ser que eres y tu nivel de consciencia despierta sea más
elevado. Tu inconsciente tiene que estar lo más limpio posible,
nuevas creencias no limitadoras podrán nacer para llevarte al éxito
de tu don, a quien eres, a ese nuevo ser humano que es realmente
Humano.
Embarcarse
en esta aventura, en este viaje que realmente sólo es un recordar
quién eres, requiere de mucha valentía, coraje, amor, intención
mantenida, fortaleza, y confianza o fe.
Alma
o mente, tal vez seremos “Almamente”...el nuevo ser Humano en un
cuerpo de luz movido sólo por el verdadero amor hacia todo en
unidad...
Arael
Elama